Cantabria es una tierra especial gracias a su orografía. Numerosos ríos la recorren y con el paso del tiempo han ido transformando el paisaje y formando valles, gargantas, hoces y cascadas para disfrutar durante todo el año. Aquí van algunos ejemplos:
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Ruta de la cascada del Tobazo
Al sur de Cantabria, compartiendo los primeros pasos del camino con el pueblo burgalés del Orbaneja del Castillo, se puede disfrutar de esta ruta circular de 14 kilómetros llena de contrastes que tiene su punto fuerte en la cascada del Tobazo, que se encuentra junto a una peculiar ermita rupestre.Tras dejar el pueblo se toma la ruta de los Chozos, que lleva a la localidad de Villaescusa del Ebro. Y es en la vuelta hacia Orbaneja del Castillo donde se halla el desvío hacia la cascada, perfectamente señalizado. Andando junto al río Ebro, y a apenas un kilómetro de la señal, aparece una imponente cascada a 100 metros de elevación sobre el nivel del río. Si se trata de un día soleado, no hay nada como refugiarse a la sombra de la ermita rupestre mientras se escucha la cascada.Para finalizar la vuelta, retomarás la senda anterior y podrás seguir la cuarta etapa del GR-99, atravesando un camino de ensueño.La dificultad es baja y podrás completarla en alrededor de 4 horas.
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Ruta de Cailagua. Nacimiento del río Asón
Para muchos es la cascada más fotogénica de Cantabria. Para llegar a la cascada de Cailagua o del Asón hay que partir desde el pueblo con este mismo nombre y hacer un recorrido circular de 9 kilómetros que se puede realizar en unas tres horas.Después de dejar atrás los Collados y el restaurado barrio de San Antonio, te adentrarás en un paraje más frondoso con un camino paralelo al río y rodeado de robles, hayas y castaños centenarios.Más adelante, llegarás a una bifurcación, en la que podrás continuar por la misma margen del río o vadearlo pasando por las piedras colocadas para ello.Los dos caminos llevan hasta la espectacular cascada, con más de 70 metros de caída, que no deja a nadie indiferente.Una ruta idónea para hacer con niños, en la que solo hay que tener precaución en época de lluvias.
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Ruta a las cascadas de Lamiña. Valle de Cabuérniga
El valle de Cabuérniga se encuentra en el corazón del Parque Natural Saja-Besaya. La ruta hasta las cascadas de Lamiña se convierte en un plan perfecto para hacer con los más pequeños y disfrutar de una naturaleza y paisaje espectaculares. Son 9 kilómetros de recorrido circular que se pueden completar en unas tres horas.En este caso, lo recomendable es empezar el camino desde la parte alta de Barcenillas, en donde se puede dejar el coche aparcado. Desde allí se camina hasta el pueblo vecino de Lamiña, famoso por su ermita de San Fructuoso y sus construcciones de estilo tradicional que aún se conservan tras casi 300 años.Tres kilómetros más adelante encontrarás el arroyo del Hoyo. A los 800 metros hay que dejar la pista para bajar por un sendero que lleva hasta el arroyo Barcenillas, donde encontraremos las cascadas.Si haces esta ruta en verano, no dudes en meter un bañador en la mochila para disfrutar de un baño refrescante.Para volver, podrás retomar el mismo camino por el que has llegado a las cascadas. O bien tomar un sendero con un corto pero fuerte ascenso junto a la cascada de arriba, que te llevará de vuelta al arroyo del Hoyo, y más adelante, siguiendo el camino de la derecha, a Barcenillas.
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Ruta a la cascada del Bolao
Esta cascada del Bolao es especial, puesto que el agua cae desde un acantilado al mar Cantábrico.La ruta circular -de solo 4 kilómetros- empieza en la iglesia de San Felices de Mies (Cóbreces) y se trata de un camino sencillo que transcurre entre verdes praderas, vacas y caballos. Podrás ver los acantilados de Toñanes, donde puede ser peligroso acercarse si hay marea alta o sopla mucho viento. Una vez llegues a la base de la cascada del Bolao disfrutarás de un espectáculo natural fuera de lo común.El camino de vuelta, perfectamente señalizado, te llevará de nuevo a Cóbreces, donde conviene visitar la Abadía cisterciense Santa María de Viaceli y probar sus famosos quesos de elaboración propia.