Cala d’Or, situada en el sudeste de la isla balear de Mallorca, es famosa por su arquitectura de estilo ibicenco, por sus calas naturales de aguas color turquesa y por un entorno de pinares frondosos en pleno Mediterráneo. Ubicada en Santanyí, es el mayor centro turístico del municipio y cuenta con varios restaurantes, tiendas, locales nocturnos y un importante puerto deportivo que hacen que el ambiente sea de lo más animado. Te damos cuatro razones para que descubras por qué esta zona es un destino de vacaciones perfecto.
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Un origen con historia
La llaman “la pequeña Ibiza”, y es que Cala d’Or debe buena parte de su encanto a un artista ibicenco llamado Josep Costa. En 1930, visitó Mallorca y descubrió un lugar virgen que quiso convertir en una zona de encuentro para sus amigos también artistas. Compró unos terrenos cuyos únicos habitantes eran los pinos, las características rocas mediterráneas y el azul cristalino del mar. A partir de ese momento, se construyeron pequeñas casas blancas con arcos y vigas de madera sin alterar la belleza del paisaje. Casi un siglo después, Cala d’Or sigue conservando aquel espíritu que Josep Costa buscaba.
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Enclave único
Una vez allí, verás que las edificaciones no superan las dos plantas, la construcción de hoteles sigue una estricta normativa para conservar la esencia de la localidad y hasta los edificios tienen una curiosa forma cúbica. Dividida en tres barrios (centro de Cala d’Or, barrio de Cala Ferrera y barrio de Cala Egos), cuenta con todo tipo de instalaciones y con atracciones para toda la familia como un mini tren que recorre la zona. Las playas y calas de aguas turquesas de Santanyí son espectaculares. Además de darte un baño en Cala d´Or, puedes hacerlo en Cala Gran o en las calas Serena y Esmeralda, estas dos últimas perfectas para ir con niños. Y si buscas una piscina natural entre las rocas, prueba con la de la Cala Egos. En los alrededores está también el bonito Parque Natural de Mondragó -donde vale la pena recorrer alguno de sus senderos y observar la diversidad de aves-, Cala Figuera o las famosas Cuevas del Drach (organizan un concierto de música clásica en su interior). También puedes acercarte hasta el pueblo de Santanyí, donde se celebra un mercadillo los miércoles y sábados por la mañana, y animarte a comprar en sus puestos de ropa, artesanía y fruta (en la propia Cala d´Or los domingos de verano también hay un mercadillo nocturno).
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Amplia oferta deportiva
Buceo con bombona, esnórquel, surf o paddle surf son algunas de las opciones de actividades acuáticas que vas a poder practicar en esta zona de Mallorca. De hecho, Cala d’Or cuenta con el puerto natural de Cala Llonga, uno de los puertos deportivos más importantes de la isla y uno de los más hermosos del Mediterráneo. Aquí, podrás pasear y disfrutar de numerosos bares, restaurantes y tiendas de moda. Y si te apetece, también podrás hacer una excursión en barco o incluso alquilar un yate que incluya opciones como una cena mediterránea. ¿Otros planes deportivos? Jugar al golf en un campo con vistas a la bahía o rutas ciclo-turísticas o a caballo en el Parque Natural de Mondragó.
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Cultura e historia
En un viaje a Cala d’Or no puede faltar una visita a Es Fortí (en el barrio de Cala Egos). Se trata de una fortaleza que aún cuenta con sus cañones originales y que se alzó durante el siglo XVIII. Esta zona es realmente fotogénica y desde aquí podrás ver un atardecer en el Mediterráneo de los que no se olvidan. Otra recomendación: en pleno corazón de la sierra de Levante encontrarás el Monasterio de Sant Salvador, a más de 500 metros sobre el nivel del mar y también con unas vistas espectaculares de la montaña y el mar. Muy cerca está el Castell de Santueri, unas ruinas de una antigua fortaleza a las que se puede llegar recorriendo un sendero de unas dos horas y media desde el monasterio. Por último, a los amantes de la música les gustará saber que aquí se organiza el Festival Internacional de Jazz Cala d ´Or normalmente cada mes de junio, al que acuden bandas de todo el mundo.