En pleno corazón del Mediterráneo te esperan estas islas con un encanto que atrapa para siempre. Calas de aguas azul turquesa a las que solo se llega caminando o en barco; faros desde donde ver algunos de los atardeceres más bonitos del mundo; pueblos en los que probar exquisitas recetas locales, mercadillos de pasado hippie; olor a tomillo, jara y sal… Porque Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera, más allá de ser destinos muy turísticos, poseen multitud de rincones que conservan la autenticidad. Prueba cualquiera de las “experiencias baleares” que encontrarás a continuación y seguro que acabas repitiendo. Porque la brisa del Mediterráneo en el rostro nunca se olvida.
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Bañarse en aguas turquesas y cristalinas
Imposible no enamorarse a primera vista de las playas de Baleares. Algunas son extensos arenales. Y otras, calas escondidas tras bosques de pinos a las que solo se puede llegar a pie y en las que los veleros amarrados parecen flotar en el aire por la transparencia de las aguas. Por ejemplo, en Mallorca -la más grande de las islas- está la famosa playa de Formentor y calas paradisiacas como la de Sa Calobra o Caló des Moro y su vecina S´Almunia. La belleza de la costa de Menorca es única con sus calas del sur de arena fina que parecen irreales como Macarella y Macarelleta, Turqueta y Galdana o las más salvajes del norte como Pregonda y Pilar. No menos bonitas son las playas de las islas más pequeñas, Ibiza (con calas como Salada y Saladeta) y Formentera. De hecho, la playa de Ses Illetes de esta última isla suele aparecer en las listas de las playas más hermosas del mundo. No olvides tu kit de snorkel para aprovechar las aguas cristalinas gracias a los efectos de la posidonia oceánica, una planta que crece en el fondo del mar. Tómate un baño con calma y si puedes, haz una escapada en velero.
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Parar en pueblos con encanto
Además de encontrarse en interesantes ciudades como Palma, Ciutadella o Eivissa el espíritu mediterráneo de las Baleares está en sus pueblos. En Mallorca hallarás Valldemossa en plena sierra de Tramuntana y podrás seguir los pasos que allí dio la pareja de Frédéric Chopin y George Sand. O también puedes conocer Artà o llegar hasta Sóller a bordo de los vagones de madera de su emblemático tren de principios del siglo XX. En Menorca vas a querer perderte por el laberinto de calles blancas de Binibeca Vell o subir a la montaña de El Toro para tener una panorámica única de la isla y conocer Es Mercadal. ¿Y por qué no disfrutar de la tranquilidad y las vistas de pueblos de Ibiza como Santa Eulalia del Río? Además, vas a poder elegir entre cientos de alojamientos rurales, entre otras opciones. Algunos de ellos, por ejemplo, masías reformadas que cuentan con su propio viñedo.
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Saborear una cocina a fuego lento
Si algo tiene la gastronomía balear es esencia mediterránea, por lo que sentarse a la mesa, a cualquier hora, siempre es un placer. ¿Y a qué saben las Baleares? A una riquísima caldereta de langosta en el precioso pueblo de pescadores de Fornells (Menorca), a un bullit de peix (pescado de roca acompañado de patatas y arroz a banda) frente al mar en Ibiza, a ensalada payesa de Formentera, a queso de Mahón (Menorca), a sobrasada de Mallorca… De postre no puede faltar una ensaimada comprada en una pastelería tradicional de Palma o el dulce más tradicional de Ibiza, el flaó, una especie de tarta hecha con queso y menta. Para brindar, prueba con vinos de uvas autóctonas de las islas (puedes visitar bodegas), con licores de hierbas, con la pomada de Menorca o con el Palo de Mallorca.
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Montar en bicicleta por senderos infinitos que acaban en faros
Relájate solo con pensarlo: cae la tarde, pedaleas lentamente y al llegar a un faro dejas tu bicicleta para contemplar la puesta del sol. Y es que los faros de Baleares tienen algo que atrae. Por ejemplo, el de Formentor lo encontrarás en la sierra de Tramuntana (Mallorca), el de Favàritx (Menorca) está en pleno Parque Natural de s'Albufera d'es Grau, el de Cap de Babaria (Formentera) es el punto más al sur de las Baleares y el del Moscarter, en Ibiza, es el más alto de las islas. También para recorrer en bicicleta o a pie encontrarás algunos de los senderos más especiales de las Baleares. Por un lado, el GR221 o Ruta de Piedra Seca: más de 170 kilómetros señalizados por el noroeste de Mallorca que pasan desde cerca de la costa hasta las cimas más elevadas de la sierra parando en pueblos de piedra. Puedes hacer el Camí de Cavalls: un reto que consiste en dar la vuelta a Menorca por un sendero ancestral de 185 kilómetros y que se divide en varias etapas. ¿Y qué tal coger una moto y dejarte llevar por la mística de la carretera PM-820 en Formentera, que atraviesa pueblos blancos sin un solo semáforo durante casi 40 kilómetros?
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Recordar para siempre una puesta de sol
En Baleares hay sitios idílicos para vivir un atardecer una y otra vez (y no solo en los faros). Uno de los lugares más hipnóticos y que más energía desprende es sin duda el paisaje de los islotes de Es Vedrà y Es Vedranell, en Ibiza. Para vivir la puesta de sol contemplándolos puedes sentarte en las terrazas de cala d´Hort o, mejor todavía, subir hasta la zona de la Torre de Savinar, donde suele reunirse gente tocando música. Al son de decenas de tambores también despiden al sol en la playa de Benirrás (Ibiza). Otro lugar del que no vas a querer irte nunca es la Cova d´en Xoroi (Menorca): varias terrazas y miradores situados en un acantilado que además son un bar y una discoteca.Otras imágenes evocadoras: ver el atardecer desde un velero o un kayak en cala Saona o desde Estany de Peix, una laguna llena de gaviotas y cormoranes (ambas en Formentera).
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Sacar tu lado más hippie
Miró, Chopin, Bob Dylan… Han sido muchos los artistas y músicos que se han inspirado en estas islas que, sin duda, son especiales. Sobre todo en la década de los 60, se convirtieron en todo un emblema del movimiento hippie y hoy se conserva parte del encanto de aquellos tiempos en los mercadillos. De todos, el que más fama tiene es el de los sábados de Las Dalias (Ibiza). Más de 300 puestos de artesanía, abalorios, inciensos, complementos, modelos Adlib (típico traje ibicenco de color blanco). Y, música en vivo, food trucks y, sobre todo, buen ambiente. También te gustarán el mercadillo veraniego de FIRAC en Ciutadella (Menorca) o el de los domingos de La Mola (Formentera). Puede que la felicidad sea efímera, pero en Baleares parece permanente.