Otoño en la naturaleza
Encontrar verdaderos paraísos naturales de otoño es sencillo en España. Quizás la única dificultad sea elegir uno entre tantos rincones idílicos repartidos por toda su geografía. Los paisajes de costa más propios del verano dejan paso a esbeltas montañas, vastos viñedos, valles donde parece detenerse el tiempo y bosques envueltos en una atmósfera de paz absoluta. A continuación, algunos lugares irresistibles y un tanto desconocidos para iniciar un diálogo directo con la naturaleza, sin intermediarios.
Debe activar Javascript para poder utilizar este servicio
-
Valle de Ambroz, Cáceres
Asistir a un ‘Otoño mágico’ al menos una vez en la vida. Sí, en el impresionante Valle de Ambroz de Cáceres (Extremadura) se celebra este evento cultural con programaciones originales y distintas cada año. Avistamiento de aves de todo tipo, actividades acuáticas, senderismo entre sus encinares, castaños y pinares o en sus zonas de alta montaña son opciones del día a día en un lugar ideal para olvidarse de las preocupaciones. ¿Sabes que además fue elegido por la Comisión Europea como un Destino Europeo de Excelencia (EDEN) en 2019?
-
Monasterio de Piedra, Nuévalos (Zaragoza)
Cascadas y saltos de agua espectaculares, frondosos bosques, grutas y galerías rocosas desde las que se obtienen ángulos de visión increíbles de los lagos que discurren por sus fondos, el elegante ir y venir de aves rapaces... Un recorrido por un completísimo paisaje de naturaleza exuberante.
-
Hayedo de Montejo, Madrid
A escasa distancia de Madrid, en la Sierra del Rincón, existe una de las zonas boscosas frondosas y húmedas más ricas de España que transportan a escenarios de película. La paleta de colores del Hayedo de Montejo en otoño abarca amarillos, verdes, tonos rojizos y anaranjados que ensalzan la figura de las hayas y crean una atmósfera mágica.
-
Las Médulas, El Bierzo (León)
Lugar de paso del Camino de Santiago, Las Médulas es parte de una comarca rica en historia, monumentos y yacimientos arqueológicos: El Bierzo. El impacto visual que causa el irregular relieve de este antiguo complejo de minas, del que los romanos llegaron a extraer cerca de 5.000 kilos de oro, es impresionante. Como lo es el que ofrecen sus rocas rojizas y los castaños de alrededor, por algo fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Realizar una ruta a pie, en bicicleta o a caballo para conocer a fondo este paisaje; disfrutar de la costumbre otoñal de la recogida de castañas en una de las mejores zonas para ello… aquí las posibilidades son inmensas, como Las Médulas.
-
Laguna Negra, Soria
Paseando un camino de pinos silvestres en el Valle del Revinuesa se alcanza, a casi 2.000 metros de altura, la silenciosa Laguna Negra. La oscuridad de sus aguas, junto a las luces y sombras que proyectan los pinares y hayedos próximos, conforman un paisaje onírico que ha alimentado muchas leyendas. Así, no es de extrañar que este oasis envuelto en misterio de la Sierra de Urbión (Soria) sirviera de inspiración al destacado poeta español Antonio Machado. Durante los meses de otoño, antes de las primeras nevadas, el contraste entre los tonos de su vegetación es un espectáculo.
-
Senda del Oso, Asturias
Un antiguo trazado de ferrocarril reconvertido en vía verde, una ruta señalizada para senderistas y cicloturistas. Tiene unos 36 kilómetros de recorrido en dos itinerarios posibles: Tuñón-Entrago y Tuñón-Santa Marina, que comparten trayecto entre Tuñón y Caranga de Abajo, formando una Y en el mapa. La Senda del Oso invita a meterse en la piel de un viajero que camina entre la imponente naturaleza de Asturias con la curiosidad de quien busca un tesoro. Entre las mejores recompensas de esta experiencia está el poder contemplar a los ejemplares de osos pardos que, en semilibertad, habitan en una zona acotada del recorrido.
-
Selva de Irati, Navarra
Estar ante uno de los bosques más extensos y mejor conservados de toda Europa es un privilegio. Todas las actividades que se realizan en Irati (Navarra) tienen en cuenta la conservación de un entorno casi virgen, hasta la recogida de setas, regulada por permisos. En otoño es curioso escuchar “la berrea”, los sonidos emitidos por los ciervos en su época de celo. Cada estación del año es especial en este hayedo-abetal en el que el escritor Ernest Hemingway acostumbraba a “perderse” tras las fiestas de San Fermín.
-
Bosque de Pinsapos, Sierra de Grazalema (Andalucía)
El lugar que registra más lluvias de toda España está en el sur, en el parque natural Sierra de Grazalema. Declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO, este enclave privilegiado de la provincia de Cádiz esconde auténticas joyas vegetales. El bosque de pinsapos, una especie milenaria, es una de ellas. Una calzada romana, senderos para realizar a pie o a caballo, actividades aéreas como parapente y ala delta para los más atrevidos… Muchas son las opciones para que cada cual conecte, a su manera, con la Sierra de Grazalema. Además, aquí se apuesta por el ecodesarrollo y actividades tan autóctonas como la fabricación de mantas de lana y derivados de la piel se realizan bajo condiciones de riguroso respeto al entorno.
-
Circo glaciar de Colomèrs, Vall D'Arán (Lleida)
El espectacular Vall D’Aran, ubicado en el corazón del Pirineo, reúne atractivos naturales, gastronómicos y artísticos en una equilibrada proporción que activa todos los sentidos. La sensación de estar en un entorno único comienza por un clima atlántico pese a su situación mediterránea. Lugares como el Circo Glaciar de Colomèrs, con unos cincuenta lagos a los que se accede por la pista asfaltada de la ribera del valle de Aiguamòg, conocido por sus aguas medicinales, son buen ejemplo de las experiencias únicas que se pueden vivir aquí.
-
Mirador de Fuente Dé, Picos de Europa (Cantabria)
El Parque Nacional de los Picos de Europa está repleto de lugares recomendables a lo largo y ancho de las tres provincias que abarca: Asturias, León y Cantabria. Es precisamente en esta última donde se encuentra el mirador de Fuente Dé, a más de 1.800 metros de altitud. Poco más de tres minutos de ascensión en teleférico y listo: la comarca de Liébana a tus pies. Panorámica impresionante para congelar en la retina mientras se disfruta de un pausado cocido lebaniego, guiso típico de la zona cocinado a fuego lento y, si coincide con un día de niebla, la sensación de estar flotando entre cimas.