Algunos de los mejores pueblos del País Vasco para vivir la tranquilidad de cerca
Algunos de los mejores pueblos del País Vasco para vivir la tranquilidad de cerca
Una de las razones de la popularidad de los pueblos del País Vasco es su maravillosa situación, ya sea por sus pueblos costeros o por las encantadoras villas de su interior. Villas que quedan lejos del ruido de la ciudad, los atascos y las preocupaciones del día a día en la metrópolis. Tal vez, si visitas el País Vasco en busca de calma, lo que necesites sea una escapada a los pueblos del interior. Lugares con cascos antiguos llenos de historia (e historias), tranquilas calles adoquinadas que se abren en anchos prados, balcones desde donde cuelgan coloridas macetas… ¿Querrías conocer algunos de estos pueblos?
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Salinillas de Buradón (Álava)
Muy cerca del paraje natural de las Conchas de Haro, se alza esta pequeña villa amurallada de alrededor de 100 habitantes. Más allá de su muralla medieval, no se ve más que naturaleza, convirtiendo su interior en un lugar retirado que descubrir sin prisas y donde recuperarse de la rutina. El casco antiguo de Salinillas de Buradón acumula gran parte del patrimonio histórico del pueblo, con los restos de la Torre de los Sarmientos, Ayalas y Guevaras, la Iglesia Parroquial de la Inmaculada Concepción y el antiguo Hospital de Santa Ana.
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Balmaseda (Bizkaia)
Situada entre un paisaje de montañas, Balmaseda es la villa más antigua de Bizkaia. Por su famoso Puente Viejo de tres arcos pasan las aguas del río Kadagua, que le dan un encanto especial a los paseos por el casco antiguo de esta villa. Durante el recorrido por la zona, puedes ver el legado cultural de Balmaseda a través de sus bonitos palacios, el estilo gótico de la Iglesia de San Severino y otras del siglo XV como la Iglesia de San Juan Bautista y la Iglesia del Sagrado Corazón de María. Estas dos últimas son importantes puntos culturales de la localidad, ya que en su interior, podrás visitar el Museo de Historia y el Teatro de Balmaseda. Y, en el monte más conocido de Balmaseda, Kolitza, descansa la Ermita de San Roque, un lugar donde deleitarse con las vistas a la villa después de una buena ruta.
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Laguardia y Labraza (Álava)
Entre vastos campos de viñas en La Rioja Alavesa, una muralla del siglo XIII recoge Laguardia, un pueblo de no más de 1.500 personas donde parece que el tiempo no haya transcurrido desde la Edad Media (igualmente, encontrarás construcciones de estilo renacentista y barroco). Uno de los mayores iconos de Laguardia es el retablo del siglo XVII del pórtico de la Iglesia de Santa María, pero también ofrece un entorno natural de ensueño para aquellas personas amantes de la naturaleza y la historia. Si eres una de ellas, prepara la cámara de fotos porque paseando por sus alrededores encontrarás el yacimiento arqueológico de la Hoya y la ruta de los dólmenes. A media hora en coche de Laguardia, se levanta su vecina: Labraza. Otra acogedora villa de aire medieval, revestida por una muralla que le ha hecho ser reconocida como una de las villas amuralladas mejor conservadas de Europa. Su apartada ubicación a lo alto de una colina invita a alejarse de todo y disfrutar de un paseo sin prisas por los pasadizos que forman sus apretadas calles.
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Aramaio (Álava)
Un valle de prados verdes con tonos anaranjados, rodeado por altas montañas de las que suele bajar una niebla que empaña el colorido paisaje de la villa. Aramaio es un pueblo de Álava en medio de un valle, situado entre las fronteras de Bizkaia y Gipuzkoa. Son muchos los montes que lo envuelven, así que, si tienes alma aventurera, Aramaio es el destino ideal para perderse entre la belleza que caracteriza a la naturaleza del norte de España. Elorrio, Orduña, Antoñana, Otxandio, Labastida… El País Vasco atesora pueblos perdidos entre praderas, valles y sierras donde recomponerse en calma.