MAÑANA
La primera parte del día puedes dedicarla a conocer dos de los monumentos más famosos de la ciudad: la Catedral y el Alcázar. Te van a sorprender.
Un convento convertido en museo
Nos acercamos al Museo de Santa Cruz, situado al lado de la Plaza de Zocodover. Es un conjunto formado por el antiguo Hospital de Santa Cruz y el Convento de Santa Fe que, tras su rehabilitación, se han convertido en un espacio cultural que acoge importantes exposiciones temporales. Entramos al edificio del convento por la calle de Santa Fe. Desde el principio llama la atención cómo se han integrado los elementos y materiales más modernos en la estructura de la antigua casa conventual. Dentro, además, hay una inmensa cristalera desde donde se contempla una bella panorámica del Paseo del Miradero, los jardines del nuevo Palacio de Congresos y el río Tajo. Saliendo por la calle Santa Fe, torciendo a la izquierda, accedemos al edificio del Hospital de Santa Cruz. Sólo por ver el patio, la escalera de mármol de Covarrubias o los enormes arcos de su interior merece la pena visitarlo.
Tentempié en el Alcázar
Es un buen momento para tomar un café o un pincho. Por la zona hay varios locales y terrazas, pero como estamos muy cerca del Alcázar, podemos aprovechar para ascender hasta uno de sus torreones y disfrutar la espectacular panorámica de la cafetería de la Biblioteca de Castilla-La Mancha. Miramos por la ventana y nos encontramos con la espectacular panorámica de Toledo visto desde el cielo.
La grandiosa Catedral
Salimos del Alcázar y tras callejear apenas cinco minutos llegamos a la Catedral por la calle Cardenal Cisneros. Es tan grandiosa y tiene tanto que ver que podríamos estar horas y horas: la Capilla de los Reyes, la famosa Custodia de oro, los magníficos cuadros de la Sacristía, el Coro… Nos enteramos de la curiosa tradición que se celebra cada 15 de agosto, con motivo de la fiesta de la Virgen del Sagrario. Ese día es costumbre en la Catedral beber de los botijos, jarras y vasos que se colocan con agua procedente del pozo del Claustro porque, según dicen, es milagrosa. Habrá que apuntarlo para futuras visitas.
Toledo a vista de pájaro
Dejamos la Catedral en dirección a la Plaza del Ayuntamiento, donde nos encontramos los edificios renacentistas del Palacio Arzobispal y del propio Ayuntamiento. Por la calle de la izquierda, hallamos la travesía de la Cuesta de la Ciudad que subimos para dirigirnos a la Iglesia de los Jesuitas (llamada también Iglesia de San Ildefonso), en la Plaza Padre Juan de Mariana. Está situada en el punto más alto de la ciudad, así que aprovechamos para disfrutar otra vez de la panorámica que ofrecen los apretados tejados de Toledo desde sus torres.
Mirando hacia el sur, en los vergeles altos del río Tajo, vemos las mansiones de los Cigarrales, las antiguas fincas de recreo de la burguesía toledana, muchas de las cuales se han reconvertido en la actualidad en alojamientos de lujo.
Comida en una antigua casa toledana
Es el momento de comer y al lado tenemos la calle Alfileritos, repleta de bares y restaurantes en los que sentarnos tranquilamente. El ambiente de muchos de ellos resulta especialmente cálido y encantador, porque suelen ser antiguas casas toledanas o palacetes de varias plantas, que se han reformado procurando mantener los elementos decorativos más característicos. Como sugerencias de menú, por ejemplo, cocido, carcamusas, perdiz, venado o cualquier plato de caza. Para acompañar, alguno de los vinos con Denominación de Origen de la zona por supuesto. En el camino hacia Alfileritos, dejamos a la izquierda el edificio del convento de San Pedro Mártir, que hoy en día pertenece a la Universidad de Castilla-La Mancha. Los dos claustros de su interior son un lugar ideal para descansar un rato con calma.