MAÑANA
La primera parte del día puedes dedicarla a conocer el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, uno de los monumentos más famosos de España y también la Casita del Infante y el casco histórico de la ciudad.
Llegada a San Lorenzo de El Escorial
Salimos pronto para aprovechar el viaje. Lo mejor es elegir la línea 664 de autobús, pues es la más directa y nos deja a unos 200 metros del Monasterio (sólo es necesario descender por la calle Juan de Toledo). El tren, cuya estación está a más de un kilómetro del municipio, es preferible reservarlo para la vuelta. Aunque si decidimos realizar la ida en tren, se puede llegar hasta San Lorenzo de El Escorial caminando (el trayecto es cuesta arriba) o en un autobús local.
Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. La visita por excelencia
Aprovechamos que la oficina de turismo se sitúa frente a la entrada al Monasterio para conocer su centro de interpretación e informarnos sobre rutas, restaurantes, la historia de la localidad o entretener a los niños con juegos.
La siguiente parada y la más emblemática es el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Un majestuoso edificio de granito se alza ante nosotros y nos adentramos en otra época, cuando El Escorial era el centro político de un imperio. Debemos saber que no estamos sólo ante un monasterio, sino ante un gran museo que alberga un panteón, un palacio y una basílica. Pasamos al interior. Nos disponemos a descubrir la llamada "Octava maravilla del mundo".Tras disfrutar del monasterio en profundidad, aprovechamos para comprar algún recuerdo en la tienda de regalos y tomar una reconfortante bebida en la cafetería del monumento (junto a la entrada).
Jardines del Fraile y Casita del infante
A nuestra salida, atravesamos la explanada de piedra del monasterio y aprovechamos para sacar fotos inolvidables, pues nos rodean las Casas de Oficios y la Casa de Infantes y de la Reina. Al final de la fachada de poniente (a la derecha del acceso al Monasterio), encontramos la pequeña entrada a los Jardines del Fraile. En ellos, admiramos el paisaje adornado con un estanque y dejamos volar nuestra imaginación al siglo XVI.
En este punto, nuestra ruta cambia según en que época del año hayamos viajado. Y es que si seguimos recto por el Paseo de Carlos III en un trayecto ascendente de unos 15 minutos (dirección carretera de Ávila. Está señalizado) llegamos hasta la Casita del Infante y sus jardines. Merece la pena ir para obtener una panorámica del paisaje de la Herrería. Tomamos ahora la calle Leandro Rubio hasta el final, donde hallaremos la Casa de Jacometrezzo, la más antigua de la localidad.
Conjunto monumental. Un paseo por la tradición
Los desplazamientos por el casco histórico de San Lorenzo de El Escorial son cortos y resulta agradable realizarlos a pie para fijarnos en sus coloridas plazas y conocer el carácter amable de la población. Lo mejor es recorrer el patio de la fachada norte del Monasterio y ascender hasta la céntrica calle Floridablanca. Si la seguimos podemos ver edificios históricos (todos cuentan con placa informativa) como las tres Casas de Oficios a nuestra izquierda y los Reales Cuarteles y el Real Coliseo de Carlos III a la derecha. Además, y si estamos en verano, encontramos puestos de horchata y helado (deliciosos) donde refrescarse y descansar.
Después, tranquilamente, damos un paseo por las tres calles paralelas Reina Victoria, Rey y Juan de Leyva y respiramos el ambiente de este destino único. Hallamos múltiples tiendas de productos artesanales, cerámicas y libros antiguos donde comprar un regalo. En nuestro camino, descubrimos monumentos del siglo XVIII como la Casa de las Columnas o las Cocheras del Rey (al final de la calle Juan de Leyva). Éstas albergan en su interior un encantador museo al que merece la pena entrar. ¿Un consejo? Es recomendable visitar la librería que conecta con el museo y comprar regalos como la medalla de San Quintín.Antes de irnos a comer, no nos olvidamos de comprar algún dulce típico como los caramelos de violeta o las sabrosas bizcochelas (con chocolate, yema y bizcocho).
Comida en el casco histórico
Tras una mañana intensa, es momento de parar y degustar en cualquiera de los locales del casco histórico platos tradicionales como carnes (solomillo de buey o chuletón de ternera), asados o cocido. Lo mejor es que bajemos por la calle Patriarca para desembocar de nuevo en Floridablanca y comer en un local con vistas al Monasterio. Sin embargo, muchas calles del casco histórico (San Antón, Camino Horizontal, Plaza San Lorenzo) están salpicadas de restaurantes bares y tabernas si lo que preferimos es comer, por ejemplo, lomo y jamón ibéricos. Disfrutamos del sabor de los platos y del marco monumental donde nos lo sirven. Además, los precios no son demasiado elevados.