MAÑANA
La primera parte del día la dedicarás a conocer el gran símbolo de la ciudad: su Palacio Real y sus jardines más cercanos para después dar un paseo por el casco histórico de Aranjuez.
Sálida desde Madrid y visita al Palacio Real
Salimos pronto para llegar a primera hora a Aranjuez y poder visitar el Palacio Real con tranquilidad. Lo más cómodo es escoger el tren, cuya estación está a 10 minutos del Palacio. Tan sólo hay que seguir la calle de la Estación, girar a la izquierda y continuar por la avenida del Palacio, un bonito sendero arbolado, hasta llegar al monumento. Estamos en la plaza Elíptica y la visión que obtenemos de este edificio es espectacular. Justo allí encontramos un punto de información turística, donde adquirimos la información necesaria.
Tras sacar fotos inolvidables del exterior de este monumento desde la amplia plaza de Armas, nos dirigimos a conocer su interior para descubrir por qué múltiples reyes de España escogieron sus estancias para celebrar fiestas y pasar la primavera. Existen dos modalidades de visita: la libre y la guiada.
Jardín del Parterre y Jardín de la Isla. Pasear entre esculturas
A nuestra salida, nos dirigimos hacia la izquierda del Palacio y llegamos a la pequeña entrada del Jardín del Parterre. Nada más entrar, se presenta ante nosotros una perspectiva diferente de la fachada oriental del señorial monumento y nos encontramos con un jardín perfectamente cuidado y con esculturas mitológicas de las que seguro nos impresiona la dedicada a Hércules. Según avanzamos, atravesamos un pequeño y encantador puente que nos deja en el Jardín de la Isla, (ya que está rodeado por el río Tajo).
Estamos en un espacio verde bastante más grande que el anterior y a nuestra derecha queda una hermosa cascada conocida como “de castañuelas”, pues si nos detenemos a su lado oiremos el apacible sonido del agua que salta en ella. Cuando nos vayamos adentrando en este jardín, multitud de estatuas mitológicas saldrán a nuestro paso para recordarnos que estamos en un lugar casi mágico. Lo mejor es avanzar por el paseo central para leer las descripciones de cada escultura, sentarnos en la preciosa plazoleta de “El niño de la espina” para escuchar el murmullo de las fuentes y el sonido de las aves y volver luego por la terraza con vistas al río.
Casco histórico y Plaza de Toros. Vivir la fiesta nacional
Es el momento de conocer el centro histórico de la ciudad en un paseo tranquilo. Avanzamos por la calle de San Antonio hasta llegar a la esquina con Capitán Angosto Gómez Castrillón, un bulevar perfecto para caminar y hacer nuestras compras. Atrás queda una magnífica vista de la Real Iglesia de San Antonio. Si continuamos por esta calle podemos observar a los lados diversos monumentos como el Centro Cultural Isabel de Farnesio, el Palacio de Medinaceli o el Antiguo Hospital de S. Carlos. Por esta zona, algunas fachadas de los edificios esconden una sorpresa: corralas típicas con un patio interior que nos llamará la atención.
Si es verano, seguro que nos encontramos a vecinos vendiendo frutas en la puerta de sus casas (sobre todo en la calle Eras). Si no, siempre podemos acercarnos al Mercado de Abastos para comprar los típicos fresones o espárragos o ir a la calle Almíbar para adquirir mermeladas artesanales. Tranquilamente llegamos hasta la Plaza de Toros, del siglo XVIII (una de las pocas de esta época que quedan en pie). Aunque su exterior es austero, en el interior nos espera una entretenida visita guiada por el ruedo, la capilla, los toriles, el callejón, los tendidos, el burladero y un bonito Museo Taurino. Podremos simular un auténtico paseíllo y coger un capote.
Parada gastronómica
Tras demostrar nuestras dotes con el capote, volvemos a la zona del Jardín del Parterre y a lo largo de la calle de la Reina encontramos numerosos establecimientos para comer (asadores, mesones, cocina innovadora…). Algunos de ellos, como el emblemático “El Rana Verde” (frente al Palacio Real y junto a los Jardines) se sitúan al lado del río Tajo. De esta manera, disfrutamos unas vistas inmejorables a la vez que degustamos deliciosos platos típicos como el jugoso faisán al cazador y productos de la huerta ribereña. Si es temporada (primavera y verano), encontraremos por aquí puestos de venta de fresones. Y en verano, podemos probar la experiencia de comer en los merenderos o gangos típicos de Aranjuez que se extienden a lo largo de la calle de La Reina (aunque lo mejor es cenar en ellos, buscando el frescor del río). Si queremos refrescarnos, al comienzo de la calle del Príncipe y de las Infantas, hay multitud de quioscos donde saborear un granizado y aprovechar para comprar un artículo de recuerdo.