La localidad alicantina de Santa Pola, de profunda tradición marinera, se enmarca en un paisaje de gran riqueza medioambiental, a orillas del mar Mediterráneo.
Este sector de la Costa Blanca ofrece al visitante excelentes playas con vistas a las salinas, la sierra y el cabo de Santa Pola, todo un lujo para los amantes de la naturaleza. Una inmejorable infraestructura hotelera y de ocio se pone a disposición de las excelentes temperaturas que aquí se disfrutan. Esto favorece recorridos por el casco antiguo de la ciudad, su paseo marítimo y la práctica de los más diversos deportes náuticos.
A tan solo 20 kilómetros de Alicante se extiende el puerto de Santa Pola, ya conocido en la época romana. Hoy en día, la ciudad ha conservado un encantador sabor pesquero que no rivaliza con las más modernas instalaciones destinadas al disfrute de las playas y el clima de esta localidad mediterránea. Calas y playas de arena blanca aptas para el buceo y el windsurf son algunos de los tesoros que guarda la costa alicantina. Las playas de Levante, Varadero, Gran Playa o las calas de Santiago Bernabeu son algunas de las más aconsejables.El PuertoSanta Pola era en la época romana el puerto de la vecina Elche y respondía al nombre de Portus Illicitanus. En el Ensanche de Poniente de la Villa es donde se emplazan actualmente los restos arqueológicos de este tiempo. Una antigua factoría de salazones del siglo IV a. C., muros y dependencias de la zona comercial y una residencia romana componen el conjunto. En la llamada Casa del Palmeral se puede apreciar la estructura de habitaciones alrededor de un patio de una villa señorial del siglo IV d. C.El siglo XXI ha dotado al puerto de modernas instalaciones que facilitan el atraque de embarcaciones deportivas, la pesca y el embarque de la sal. La Lonja, los puestos del Mercado de Abastos y la Casa del Mar recuerdan al visitante que se encuentra en una activo puerto marinero. Aquí también se puede coger un barco que conduce a la cercana isla de Tabarca, donde espera un recinto amurallado y una reserva marina de gran variedad biológica.El casco urbano de Santa Pola posee una fortaleza, el Castillo mandado construir por Felipe II para repeler los ataques de piratas y corsarios. Su planta cuadrada se defiende con dos baluartes y dos torres, que dan paso a un patio de armas, aljibes y capillas. Este magnífico emplazamiento se ha convertido en el Centro Cultural de la villa, en cuyas dependencias alberga: Museo del Mar, Museo de la Pesca, Sala Municipal de Exposiciones y la Capilla Virgen de Loreto. Anteriormente el Acuario Municipal también se ubicaba aquí, pero ahora cuenta con instalaciones propias, en las que se puede disfrutar de musolas, peces-ballesta, tortugas bobas y otras especies propias de esta costa.Este sistema defensivo del siglo XVI continúa con otras tres torres vigías que se levantan en las Salinas (la torre de Tamarit), en la zona suroriental de la sierra (torre Escaletes) y la torre Atalayola, sobre la que se edificó el actual faro.Un recorrido por esta localidad alicantina nos llevará a animadas plazas como la de la Glorieta y a miradores naturales como la plaza del Calvario. Desde este punto se obtiene una inmejorable panorámica de la bahía de Santa Pola y su paseo marítimo, un excelente lugar para pasear a orillas del Mediterráneo.AlrededoresEl relieve de la comarca del Baix Vinalopò, en la que se encuentra Santa Pola, está marcado por la sierra del mismo nombre, que baja hasta el mar. Los acantilados ciñen un amplio sector de playas de arena, dunas móviles y albufera, zona húmeda en la que se extienden las salinas al lado de remansos de agua dulce. El Parque Natural de las Salinas de Santa Pola es el antiguo humedal de Elche, en el que se instalaron unas salinas. La fauna y la flora se han adaptado a estas especiales condiciones de humedad y alta salinidad, y así podemos avistar colonias de flamencos y cercetas pardas (muy difíciles de ver en Europa). En las zonas inundadas podemos observar algas marinas. El Cabo de Santa Pola remata el paisaje que se extiende alrededor de la urbe.Observando la riqueza marina de la llamada Costa Blanca no es difícil adivinar de qué productos se nutre la mesa alicantina. Entre el exquisito marisco de la zona destaca el sabor de quisquillas, cigalas y gambas rojas. El arroz, siempre presente en esta región alicantina, se prepara “a banda” (cocido con pescados y servido con ali-oli), negro (con tinta de calamar), o en paella de marisco. Entre los guisos de pescados se descubren sabrosas elaboraciones locales como el blanquillo de rape, el guiso de sepia o el caldero de pescado. Las doradas y lubinas se preparan al horno, mientras que los de tamaño menor se fríen en abundante aceite de oliva. Y como buena zona salinera, los salazones de hueva, mojama, bacalao o bonito son muy apreciados.Denominación de OrigenY para terminar la degustación gastronómica, nada mejor que probar pastas artesanas, hojaldres rellenos de cabello de ángel y helados, especialmente el mantecado. No podemos olvidar los productos alicantinos con Denominación de Origen propia como los nísperos de Callosa de Ensarriá, las cerezas de la Montaña de Alicante, la uva de mesa embolsada del Vinalopò y el vino de Alicante.Estas suculentas recetas tradicionales también se pueden apreciar en otros puntos de la costa alicantina, como Torrevieja, Guardamar del Segura y Alicante. La capital de la provincia ofrece un litoral de espléndidas playas, a las que hay que sumar un interesante casco histórico, puertos deportivos y campos de golf. Las Hogueras de San Juan, Fiesta de Interés Turístico Internacional, es una buena oportunidad para conocer la ciudad cuando se viste de gala.Hacia el interior, Sax, Elda, Novelda, Crevillente y Elche componen un interesante itinerario cultural. Castillos medievales, cascos históricos de gran valor patrimonial y bellas iglesias son algunos de los atractivos de estas localidades. Es, quizás, Elche la mejor representante de todas las riquezas que se dispersan por la provincia. La capital de la comarca del Baix Vinalopò posee un rico casco histórico en el que destacan dos joyas declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, el Palmeral de origen musulmán y la Fiesta del Misterio, también declarada de Interés Turístico Internacional.