Enclavada en la confluencia de los ríos Ter y Freser, la población de Ripoll se agrupó alrededor del monasterio benedictino de Santa María de Ripoll, fundado hacia el siglo IX.
Este cenobio románico está considerado uno de los centros monásticos más importantes de la Cataluña medieval, fundamentalmente por su actividad repobladora. En él destaca su magnífico claustro y la iglesia con su extraordinario pórtico del siglo XII, que conserva interesantes relieves escultóricos con escenas bíblicas. Además del monasterio de Santa María de Ripoll, destaca la iglesia de Sant Pere, del siglo XII, con elementos prerrománicos, que alberga el Museo Etnográfico. La manufactura de clavos y armas fue la principal actividad económica de la localidad y entre los siglos XVI y XVIII fue uno de los centros armeros más importantes de Europa. Con la llegada del ferrocarril y la industria textil, la ciudad logró un nuevo impulso económico que se ha mantenido hasta nuestros días.
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