Ribes de Freser, protegido por las altas montañas del Pirineo catalán, se encuentra en la confluencia de tres ríos: el Rigard, el Segadell y el Freser. Una de las calles más pintorescas que todavía mantienen la esencia de antaño es la de Cerdanya, que conduce a la capilla de Sant Cristòfol. De la época medieval se conservan restos de los castillos de Segura (siglos XIII-XV) y de Ribes (siglo XIII).
Este último mantiene parte de sus muros originales. La belleza del enclave, el clima fresco del verano, la cercanía a las estaciones de esquí del Pirineo y la existencia de manantiales de agua mineral, han convertido al pueblo en un destino ideal tanto para el descanso como para la práctica de deportes de montaña: senderismo, escalada, espeleología, ciclismo, hípica y esquí, en invierno. Mención especial merece la miel de Ribes, elaborada a partir de procedimientos tradicionales.
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