El embalse de Belesar, en el río Miño, anegó la antigua villa de Portomarín. Piedra a piedra fueron salvados sus principales monumentos: la iglesia románica de San Pedro y la monumental iglesia fortaleza de San Nicolás. También algunos de los antiguos palacios medievales se colocaron en la plaza principal del nuevo emplazamiento de Portomarín, en lo alto de una colina. El puente medieval quedó bajo las aguas y sólo se conservó a la entrada del nuevo puente el arranque y uno de sus arcos.
El viejo Portomarín estaba formado por los burgos medievales de San Pedro y de San Nicolás (hoy de San Xoán). El templo de San Xoán o San Nicolao fue construido a fines del s. XII por un taller de discípulos del Maestro Mateo, -la portada principal muestra la influencia del Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago-, y fue declarada conjunto Histórico-Artístico. La cercana iglesia de San Pedro, románica, data del siglo X. Próximos a la iglesia de San Pedro están los palacios de Berbetoros y el del marqués de Paredes. Fuera de la villa y de su conjunto monumental cabe mencionar otras iglesias también románicas: Cortapezas y Castromaior. En la arquitectura popular destacaremos las antiguas casas de mampostería de pizarra y las típicas bodegas, abundantes en esta zona de producción vitivinícola. Pero en Portomarín no es el vino el que se lleva la fama, sino el aguardiente, tan renombrado que le dedican la Festa da Augardente el Domingo de Pascua.
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