Llerena, en la comarca pacense de la Campiña Sur, ofrece un rico patrimonio monumental fruto de gloriosos periodos históricos.
Esta rica localidad pacense fue ya conocida en la época musulmana como Ellerina, pero no es hasta su incorporación a los reinos cristianos cuando comienza su despegue cultural. Estos territorios, reconquistados en el siglo XIII, debían ser repoblados y cultivados, por lo que aquí se asentaron los Maestres de la Orden de Santiago. Años más tarde, el Tribunal del Santo Oficio también se instaló en Llerena, contribuyendo al desarrollo de la ciudad.
Las nuevas construcciones se vieron influidas por el estilo mudéjar, ya que entre los siglos VIII y XIII la cultura islámica forma parte de la vida de la Baja Extremadura. Así, los edificios levantados entre los siglos XIII y XVI combinan espléndidamente elementos mudéjares, heredados de artesanos musulmanes, con otros góticos, ya que a Extremadura este estilo llegó con siglos de retraso respecto al resto de la península. Los techos de madera y mampostería vista se presentan con frecuencia acompañados de arcos apuntados, bóvedas de crucería y sillares de piedra.
La arquitectura religiosa, civil y militar, impulsada los las Órdenes Militares, se vio enriquecida con el arte barroco tras la llegada de riqueza proveniente de América. Extremadura, lugar de nacimiento de numerosos conquistadores y colonizadores, fue una de las regiones españolas más favorecidas por este hecho.
Construcciones emblemáticas
En cualquier recorrido por su casco histórico, el visitante podrá admirar la iglesia de Nuestra Señora de la Granada, el Patio del Tribunal de la Inquisición y el Palacio del Obispo. El campanario del templo es una buena muestra de arte protobarroco, mientras que las arcadas laterales y el Camarín se asientan plenamente en esta corriente artística. En su interior se venera la talla gótica de la Virgen de la Granada.
Su estrecha relación con las Órdenes Militares medievales ha dejado un bello conjunto de monumentos religiosos como la iglesia de Santiago, donde está enterrado el último Maestre de la Orden de Santiago, y conventos como el de la Concepción, La Merced o Santa Clara. En este último se pueden admirar trabajos de Juan Martínez Montañés, gran maestro del barroco español, como su San Jerónimo. Merece la pena visitar también hospitales como el de San Juan de Dios y Santa Catalina.
Dentro de la arquitectura civil, los palacios Maestral, Episcopal, Consistorial y de los Zapata ofrecen la contemplación de hermosos patios, nobles corredores y amplias dependencias. Numerosas casas blasonadas también participan de estructuras de ladrillo y decoración de yeso.
Llerena también es un excelente lugar para degustar la cocina extremeña más tradicional. Las sopas doradas y las molineras con cominos y guindas se transforman en gazpachos en los días veraniegos. La liebre guisada y las perdices con salvia compiten con guisos y asados de cordero. Entre los postres, hay que probar los dulces elaborados en el Convento de las Clarisas.
Campiña y Sierra Sur
Estos suculentos platos también aparecerán, con pequeñas variaciones locales, en las distintas localidades de los alrededores. Fregenal de la Sierra, en la Sierra Sur, posee una preciosa estampa de casas encaladas e iglesias monumentales. La ermita de la Virgen de los Remedios, las iglesias de Santa Catalina y Santa Ana componen junto a la plaza de toros, antigua alcazaba árabe y fortaleza templaria, los principales puntos de interés.
Zafra, parada obligada en la Ruta Vía de la Plata por tierras extremeñas, también queda a un paso. A los pies de la Sierra de Castelar, Zafra cuenta con un Alcázar declarado Monumento Histórico-Artístico que aloja en la actualidad su Parador de Turismo. El trazado medieval de la ciudad se despliega alrededor de este punto, siendo la Plaza Grande y la Plaza Chica los lugares de reunión más importantes. Casas señoriales, conventos e iglesias componen un conjunto de gran armonía arquitectónica.
Un poco más alejado nos espera Badajoz, capital de la provincia, en la que el visitante descubrirá murallas de origen árabe, interesantes monumentos y pintorescas calles y soportales. Por su parte, Mérida es heredera de un esplendoroso pasado romano como demuestra su Conjunto Arqueológico (teatro, anfiteatro, circo, templo, arco, casas, acueducto, embalse...), declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Incluida en la Ruta Vía de la Plata, también merece la pena su Museo Nacional de Arte Romano, obra del arquitecto español Rafael Moneo, y la asistencia al Festival Internacional de Teatro Clásico, que se celebra anualmente en verano.