Situada a orillas del río Duero, la villa de Almazán debe su nombre a los árabes. Cuenta con restos de muralla, dos puertas de acceso –la del Mercado y la de Herreros- y diversas iglesias.
Merece la pena recorrer detenidamente sus calles y, en especial, la plaza Mayor, donde se encuentra el palacio de los condes de Altamira, y algunas de sus iglesias, como la de San Vicente, del siglo XII; la de San Miguel, de mediados del siglo XII, declarada Monumento Nacional, en la que coinciden el estilo cisterciense en su estructura, lombardo-catalán en la decoración externa del ábside y la linterna, y mudéjar en la cúpula; y la de San Pedro, templo religioso del siglo XVIII, con planta de tres naves y un hermoso retablo barroco. Interesantes son también las ruinas del convento de la Merced y el palacio de los Hurtado de Mendoza, del siglo XVI.
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