Está distinguido por la Comisión Europea como destino europeo de excelencia (EDEN), en reconocimiento a su propuesta de turismo sostenible. Asomada al Atlántico, y apadrinada por el río Miño y el Monte de Santa Tecla, la villa de A Guarda es famosa por sus langostas.
Un triple paisaje marítimo fluvial y montañoso alberga uno de los más típicos pueblos marineros de Galicia, limítrofe con Portugal. Por su situación, A Guarda fue conquistada por vándalos, piratas normandos y sarracenos, portugueses y franceses. Entre sus monumentos se encuentra el Monasterio de Benedictinas (1558), la iglesia parroquial erigida sobre un antiguo templo del siglo X y las casas solariegas de los Correa y los Somoza. Sus actividades económicas van desde la agricultura hiperminifundista a la crianza de conejos y aves de corral. La pesca ha tenido un papel relevante durante siglos y, aunque la mayor parte de los barcos faenan en altura, también los hay de bajura. Gracias al Monte de Santa Tecla el sector servicios está en alza. Su citania es una de las muestras más importantes de la cultura castreña gallega. En el monte también está la ermita de la santa y un monumental vía crucis. A su amparo se celebran las romerías y fiestas más importantes de la villa.
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