Un plan para todas las estaciones Siempre hay algo que hacer en los Pirineos. No importa en la época del año que quieras venir. Si vienes en invierno podrás disfrutar de los deportes de nieve, como el esquí, los recorridos en trineo o la posibilidad de hacer rutas con raquetas. Hasta 15 estaciones, incluyendo las de Baqueira-Beret, Formigal-Panticosa o La Molina/Masella, tienen pistas para todas las edades y niveles, en algunos de los paisajes más bellos de España. La primavera y el verano esperan a los amantes del senderismo, que pueden caminar por los muchos recorridos que cruzan los Pirineos, incluyendo la ruta GR 11, con cerca de 800 kilómetros de travesía. O sus dos Parques Nacionales; Aigüestortes i Estany de Sant Maurici en Lleida, o el de Ordesa y Monte Perdido en Huesca, donde podrás contemplar animales como el quebrantahuesos, el urogallo o el rebeco. Además, gracias a sus altas cumbres, es el lugar perfecto para practicar la escalada, el alpinismo o el barranquismo. Montañas tan famosas como el Aneto, el Maladeta o la Pica d'Estats sirven así para tener algunas de las mejores panorámicas de toda la cordillera. Mención aparte merecen los deportes acuáticos como el rafting, donde sus poderosos ríos, como el Cinca, el Segre o el Gállego, te ofrecerán una experiencia llena de diversión para navegar en aguas bravas.
Pirineos, naturaleza al límite
Más de 400 son los kilómetros por los que se extienden los Pirineos entre Navarra, Aragón y Cataluña. Actuando como frontera natural entre España y el resto de Europa, esta cordillera discurre de manera horizontal al norte del país. Altas montañas – con más de 200 por encima de los 3.000 metros de altitud-, una abundante vegetación, numerosos ríos y muchos, muchos pueblos que se asientan sobre sus laderas te brindarán la posibilidad de descubrir una forma de vida única.
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Una aventura en tres regiones distintas Entre tanta naturaleza, decenas de encantadores pueblos aparecen en los Pirineos. La mejor opción es llegar en coche, ya que así podrás recorrer con total libertad la zona. En el valle navarro del Roncal se desarrollan fiestas como la de la Almadía, a finales de abril en la villa de Burgui; o el Tributo de las Tres Vacas, cada 13 de julio en la Piedra de San Martín, paraje perteneciente a la villa de Isaba. En esta ruta, si continuamos hacia el este, llegaremos a los bonitos pueblos del Pirineo aragonés. Un buen ejemplo es Ansó y su impresionante iglesia románica. Tampoco olvides probar su gastronomía, como las migas de pastor o las carnes del Pirineo. Más hacia el este aún encontramos Aínsa, donde podrás visitar su plaza Mayor y su recinto amurallado, en lo que es un auténtico viaje en el tiempo. No lejos de allí nos aguarda otra cita obligada: Benasque, puerta de entrada al Parque Natural Posets-Maladeta y famoso por ser el pueblo con mayor número de montañas de más de 3.000 metros. Siguiendo la misma ruta que marcan las montañas llegamos al último tramo: el Pirineo catalán, dividido entre Lleida y Girona. En la primera descubrimos iglesias y pinturas románicas en pueblos como Boí y Taüll, idóneos para los aficionados al arte. Y para los que buscan escenarios casi de cuento, destaca el núcleo antiguo de Bellver de Cerdanya, que te hará sentir en la Edad Media. Saltando de provincia y llegando a Girona, encontramos el colofón perfecto a nuestra ruta pirenaica con Camprodon. Su magnífico Puente Nuevo sobre el río Ter merece una fotografía con la que despedirte del Pirineo hasta tu próxima visita.