El anfiteatro romano: construido en el siglo II d.C. y con un aforo de unos 14.000 espectadores. Se utilizaba para luchas de gladiadores y fieras, incluso para ejecuciones. Actualmente, se conserva gran parte de las gradas y de la arena. La catedral de Santa Tecla: la encontrarás en la parte alta de la ciudad, sobre las ruinas de un antiguo templo romano dedicado al emperador Augusto. De plaza en plaza: tres plazas con fragmentos del pasado. En la plaza del Fòrum se encontraba el foro romano. Hoy, todavía podrás ver buena parte de uno de los muros. Una gran explanada ocupa la plaza de la Font, que antiguamente fue el centro del circo romano. Por último, la plaza del Rey es la sede de la torre del Pretorio y del Museo Nacional Arqueológico.
Tarragona es sinónimo de historia. Hace más de dos mil años, Tarraco fue fundada por los romanos. Exactamente en el 218 a.C. Desde entonces, cada período histórico ha dejado huella en la ciudad. Podrás pasear entre muchos siglos de historia con solo cruzar unas calles.
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El Serrallo: este antiguo barrio de pescadores es perfecto para dar un paseo y comer pescado fresco o un buen arroz. La rambla Nova y el Balcón del Mediterráneo: esta calle es una auténtica sorpresa. Tiene más de 150 años de historia y está repleta de tiendas, restaurantes y bares. Además encontrarás fotogénicas esculturas como la de los Castellers y la mítica Font dels Elefants. Termina en el Balcón del Mediterráneo, un mirador a 40 metros de altura para contemplar el anfiteatro romano, el puerto y hasta bajar al mar. Paso a paso, sentirás cómo viajas en el tiempo. Al terminar tu visita, la playa te estará esperando.