Alicante celebra la llegada del verano con las Hogueras de San Juan. Rodeadas de música, color, pólvora y espectáculo, miles de personas salen a la calle para vivir esta fiesta que rinde culto al fuego.
Para festejar la entrada del estío, tradicionalmente los alicantinos acudían a cenar al campo el 23 de junio: comían productos típicos y cuando llegaba la medianoche encendían fogatas, bailaban a su alrededor, lanzaban cohetes y se bañaban en el mar. Esta costumbre se mantuvo con el tiempo y en 1928 se constituyó de manera formal como las fiestas de Hogueras de San Juan.
Durante varios días, Alicante celebra este grandioso homenaje al fuego, en el que los protagonistas principales son auténticas obras de arte efímero: las “hogueras”, las enormes figuras de cartón y madera que se queman en la noche de San Juan.
En el mes de mayo se elige a la reina de las fiestas, la llamada “Bellea del Foc” (Belleza del Fuego), entre las candidatas presentadas por la comisión de cada barrio. Los festejos comienzan oficialmente con la “plantà” (colocación) de las monumentales “hogueras” que, con su aire satírico, llenan las calles de Alicante de ingenio y buen humor. Ese día también se instalan las “barracas”, donde se realizan las verbenas populares y se degustan las típicas brevas y cocas, una especie de empanada de atún, cebolla y piñones.
Entre los actos más representativos de la fiesta se encuentran la Entrada de Bandas y Comisiones, con sus respectivas “bellezas” y damas de honor vestidas con trajes tradicionales; la ofrenda floral a la patrona de la ciudad, la Virgen del Remedio, los días 21 y 22 de junio; y el desfile folclórico internacional, una vistosa cabalgata en la que participan grupos de baile procedentes de todo el mundo. Además, todos los días a las dos de la tarde, del 19 al 24 de junio, se realizan espectáculos pirotécnicos en la plaza de los Luceros: son las ruidosas “mascletàs”, a las que conviene asistir con tapones en los oídos, dado el estruendo provocado por la pólvora y los cohetes.
Y por fin, a las doce de la noche del 24 al 25 de junio llega la “cremà”, el momento cumbre. Tras una extraordinaria palmera blanca de fuegos artificiales, las “hogueras” repartidas por toda la ciudad arden entre alegría, bailes y cantos, al mismo tiempo que los bomberos lanzan agua a los asistentes en lo que se conoce como la “banyá”.
Sin embargo, la fiesta no acaba todavía. Desde el día 25 hasta el 29, se celebra en la playa del Postiguet el concurso de fuegos artificiales, mientras que el casco antiguo de la ciudad se anima con el mercado medieval y sus distintos espectáculos.